En el romanticismo se puso de moda pintar paisajes, y Friedrich lo hizo también, representando ese instante en el que el hombre se siente sobrecogido por la belleza natural o espiritual.
Los románticos querían la supremacía del sentimiento y la
subjetividad frente a la razón, les importaba más lo que significaba el cuadro
en sí, de ahí a que los cuadros románticos siempre sean tan fascinantes e
impresionantes.
El cuadro que nos ocupa, “El Caminante sobre el mar de nubes”
de Friedrich, representa a un viajero el cual se ha identificado con el propio
artista. En mi opinión, el artista se representa en lo alto de una montaña,
entre las nubes porque necesita desconectar de todos los problemas de la época,
necesitaba un respiro como se suele decir. Hay que tener en cuenta que, en esta
época, el mundo está amenazado por las guerras napoleónicas, por lo cual mi teoría
en cierto modo podría ser cierta. Pero claro, esto es bajo mi punto de vista, para
confirmarlo habría que hacer un estudio intenso sobre la vida de Friedrich por
aquel entonces.
Si nos fijamos en el cuadro, hay dos montes, el de la izquierda
es el Rosenberg, y el de la derecha es el Zirkelstein.
A pesar de que se suela relacionar la persona del cuadro con
Friedrich, no podemos saberlo con certeza porque está de espaldas. El artista
impide que podamos verle la cara. No obstante, hay una curiosidad sobre esto,
cualquiera que observe la pintura puede ser el personaje. ¿Por qué? La razón es
muy simple, el personaje de espaldas cubre el punto de fuga de la composición, y
ello hace que el espectador tienda a colocarse en el lugar de la figura.
Podríamos relacionar de alguna manera esta pintura con la religión.
Para empezar, hay que saber que Friedrich era creyente, entonces, podríamos
decir que la montaña del primer plano es la vida terrena y, el mar de nubes
corresponde a la vida eterna.
El pintor utiliza una pincelada suave, delicada y precisa,
además, destacan las delicadas tonalidades azules, combinadas con los tenues
rosas que le dan una armonía cromática.
Para Friedrich, la naturaleza, era ante todo una expresión de
la más profunda espiritualidad.
Para terminar, dejo una cita de un escultor contemporáneo suyo,
David d´Angers:
«¡Friedrich! El único pintor de paisajes que había tenido
hasta entonces el poder de remover todas las facultades de mi alma, el que
realmente creó un nuevo género: la tragedia del paisaje»