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23-F: Así fue el Golpe de Estado en el Campo de Gibraltar


Se cumplen 41 años del intento de golpe de Estado en España que estuvo a punto de acabar con el proceso de transición a la democracia.


A las 18:20, al mando del teniente coronel Tejero irrumpe la Guardia Civil en el Congreso de los Diputados, dando comienzo la asonada.  


Golpe de Estado en el Campo de Gibraltar


23 de febrero de 1981. Aquel día, la tarde transcurría con normalidad en la sede del Gobierno Militar del Campo de Gibraltar en Algeciras, hasta que el Gobernador recibe la noticia del asalto del Parlamento por la Guardia Civil, seguida de la toma de Valencia por el Teniente General Milans del Bosch, que saca los tanques a las calles.




Tras conocer los hechos, en Algeciras, la jefatura local del partido político Fuerza Nueva se persona rápidamente en la sede del Gobierno Militar, ofreciendo cincuenta hombres para tomar la ciudad.


Según fuentes presenciales del encuentro, el Gobernador Militar, indicó que las operaciones que se estaban desarrollando en España eran exclusivamente de carácter militar, y tras rehusar a la oferta, "despidió a la delegación de forma diplomática."


No obstante, el movimiento golpista en el Campo de Gibraltar, adquirió de forma inverosímil mayor protagonismo civil que militar.


Presencia civil


En la calle Convento, frente a las puertas del Ayuntamiento de Algeciras, se congregó un grupo de Fuerza Nueva a los que se sumaron a título individual militantes de la Primera Línea de Falange, a la vez que el equipo de gobierno local, liderado por el entonces alcalde Paco Esteban (del Partido Comunista), se atrincheraba en el mismo Ayuntamiento.


La situación en aquellos momentos era más que preocupante para el alcalde de Algeciras y sus ediles, que asediados en la Casa Consistorial, mantenían comunicación directa con la dirección nacional del PCE y llamadas periódicas cada cinco minutos con el Gobernador Civil. Sin embargo, no lograban entablar contacto alguno con los mandos militares del Campo de Gibraltar, ni con el propio Gobierno Militar, ni si tan siquiera con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, por lo que se hacía presagiar lo peor.


Ante estos acontecimientos, desde la dirección del sindicato Comisiones Obreras en Algeciras se ordena evacuar de la sede los ficheros y hojas de afiliación y delegados.


Además, muchos campogibraltareños, que guardaban relación con sindicatos o partidos de izquierdas, decidieron marchar a Tánger, hasta que se suspendieron aquella tarde todos los ferris con destino a África, por lo que hubo incluso embarcaciones particulares que pusieron rumbo a Gibraltar, ya que la verja se encontraba aún cerrada por entonces. 


Paralelamente, en los bares del centro de Algeciras, y especialmente en los de la Calle Convento, llegaban cada vez más elementos partidarios del golpe portando armas, lanzando consignas y vivas a Franco.


Son algunos efectivos de la Policía Local de Algeciras leales a la democracia los que finalmente llegan y se hacen cargo de la seguridad de la Casa Consistorial, tomando posiciones frente a las puertas de la misma con el fin de evitar un posible asalto.


Lo cierto es que esta situación no solo pilló de improviso al Gobierno Militar del Campo de Gibraltar, que acuarteló a todas las tropas de la comarca a la espera de instrucciones. El capitán general de la región militar de Andalucía, el jerezano Pedro Merry Gordon, vistiendo su uniforme de legionario se negó a secundar el golpe, espetando a Milans del Bosch la famosa frase «Hombre, Jaime, esto no se avisa con una hora de antelación».


Resistencia


El alcalde de Algeciras Paco Esteban, recuerda que aquella noche estuvo acompañado en el consistorio solo por sus ediles del Partido Comunista, y uno del PSOE. Esteban telefoneó desde el Ayuntamiento a su esposa y le pidió un maletín con camisas limpias, la pistola, y dos cargadores llenos de balas. 


Por otro lado, Miguel Alberto Díaz, con 21 años, era secretario general de Comisiones Obreras en Algeciras. Recibió la llamada de la dirección nacional del sindicato, que instaba a que se mantuviesen abiertas las sedes. Y así fue, la sede de Algeciras continúo abierta. Allí permanecieron Pepe Cabral y el propio Miguel Alberto Díaz, decididos a sortear el destino y permanecer fieles a sus ideas y a la democracia.


Además, Díaz acudió a una asamblea de Isnasa que había convocada desde días antes, a la que por cierto no asistió ningún trabajador, para luego unirse al equipo de gobierno local en el Ayuntamiento.


Pese a la ocupación de Radio Nacional de España por los militares y las restricciones de información, desde Francia certificaron al alcalde de Algeciras el fracaso del golpe, incluso antes de la aparición del Rey Juan Carlos en televisión confirmándolo.

 


Milans del Bosch en Algeciras


Tras el fracaso de la Operación del 23-F, el teniente general Jaime Milans del Bosch fue recluido en Algeciras, en el famoso chalet conocido como "La Huerta del General", en Pelayo, cuya presencia desató la polémica por la llegada masiva de simpatizantes y personalidades franquistas para apoyarle.


Milans del Bosch, condenado a 30 años de prisión, permaneció durante un tiempo detenido y confinado en la Huerta del General, con las visitas restringidas durante meses.




El propio Ayuntamiento de Algeciras emitió su queja formal al considerar que el chalet “no es el lugar más idóneo por cuanto se trata de una finca de recreo destinada al gobernador militar del Campo de Gibraltar para pasar las vacaciones estivales"


Durante aquellos meses, impusieron medidas que afectaron a fuerzas e instalaciones de los regimientos Pavía y Alava 22, en La Línea de la Concepción, San Roque y Tarifa. “Este movimiento parece responder a la presencia de Milans.” certificaba la prensa.

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